Esto es historia

Hace 30 años un sueño se convirtió en realidad

San Cristóbal, sede de los Campeonatos Mundiales de Ciclismo

Por Guillermo "Guillo" Villamizar

I

Los sueños de Ramsés Díaz León no encontraban sosiego en la creatividad de su mente. Las calles empinadas de la ciudad, sus cafetines y la tertulia que marcaba la víspera del descanso en la diaria rutina, fueron testigos y promotores del pensamiento del avezado periodista. El mundo de la fantasía bullía y alimentaba febrilmente sus inquietudes, en la afanosa búsqueda de una luz esperanzadora que hiciera ciertos los perfiles de una idea que signada inicialmente como locura, pudiese convertirse en una espectacular y brillante realidad: la realización en San Cristóbal de unos ¡Campeonatos Mundiales de Ciclismo!.
Corría el año 1971 cuando Díaz León, impelido por la inquebrantable fuerza que genera la confianza en un proyecto grande, confió sus cuitas al entonces gobernador Jorge Francisco Rad Rached. El espigado mandatario no encontró palabras ni gestos para deshacerse de aquel hombre que, argumentos en mano y con verbo encendido, promocionó y defendió con vehemencia su mirada visionaria. Su dilatada experiencia de comunicador social especializado en deporte y en consecuencia, sus correrías por las apasionantes coberturas de juegos olímpicos, panamericanos, centroamericanos, mundiales de fútbol y las infaltables vueltas a Colombia en bicicleta, fueron evidencia sin atenuantes que hicieron valer los razonamientos aprisionados en el dossier de sus ilusiones. No había más camino. El experto periodista ciertamente, soñaba, pero era un sueño abonado con la contundente certeza de la realidad. Prudente y necesario era apoyarlo. Había mucho para ganar y muy poco para perder, en la intención de montar una fiesta universal sin parangón en la historia deportiva de Venezuela.


La Vuelta al Táchira, génesis del sueño

La chispa que encendió la llama de esta ambición fue la Vuelta al Táchira en Bicicleta. La resonancia que la ya tradicional competencia había adquirido en el mundo del ciclismo, era suficiente apoyo para estimular la consecución del máximo evento del pedal. Díaz León así lo entendió y con sus reportajes en el Diario "La Nación", de San Cristóbal, y sus recordados "Informes al Exterior" para una agencia internacional de noticias, comenzó su campaña en procura de consolidar la idea.
-"No era sino echar a volar a los cuatro vientos este sueño que los mismos tachirenses crearon con su masivo calor y apoyo a la Vuelta al Táchira. Las grandes multitudes que victoreaban el evento en todas las rutas que recorría, era suficiente aval para garantizar la petición a la Unión Ciclista Internacional (UCI) de unos mundiales de ciclismo", recuerda emocionado hoy día el empeñoso periodista.
Y la acción no se hizo esperar. En ese entonces, el presidente de la Asociación Tachirense de Ciclismo era el Dr. Miguel Oscar Carrillo, destacado médico y aficionado a la disciplina. Esta fue una circunstancia en extremo feliz para los proyectos de Díaz León, porque el desaparecido galeno era un hombre entusiasta, optimista y tan lleno de fe como el comunicador social. Por eso, moverse en busca de Pedro Maximino Pérez, el creador de la Vuelta al Táchira, del también médico Roberto Trujillo y hacer consultas al periodista colombiano Héctor Urrego Caballero y a otros dirigentes de valía, fueron tareas cumplidas con titánico empeño.
- "Investigamos, consultamos a especialistas en la materia, confiamos tímidamente estos sueños a gente de confianza en los distintos niveles de la sociedad tachirense, buscando la fuerza necesaria para lanzarnos definitivamente a la aventura. Todos apoyaban el movimiento, algunos abiertamente, otros con sus naturales reservas, pero todos con el convencimiento de que si lográbamos materializar este ambicioso empeño, lograríamos darle al Táchira una proyección jamás imaginada para la época", relata visiblemente satisfecho Díaz León, quien además refiere que el Secretario General de la UCI, el italiano Giuliano Pacciarelli, fue factor importantísimo en la orientación de toda la documentación y recaudos que debían cumplirse para tener éxito en las gestiones de petición de sede.
Y así fue. En enero de 1974, mientras se desarrollaba la versión número nueve de la ronda tachirense, Venezuela refrendaba ante la UCI la inscripción oficial de San Cristóbal como aspirante a sede oficial de los Campeonatos Mundiales de Ciclismo de 1.977. Era el primer gran paso. Ahora había que esperar a las gestiones que haría la Comisión Especial que viajaría a Montreal, Canadá, en el mes agosto, donde finalmente se habría de designar la sede definitiva del evento, en las reuniones previas a la cita mundial del 74.
Todo era cuestión de espera. De conversaciones, contactos y búsqueda de apoyo en los países de Europa, con gran fuerza decisoria en los cónclaves de la UCI. De preparar una convincente agenda de propósitos para que los jerarcas y delegados mundiales del ciclismo otorgaran la buena pro para Venezuela, ante las solicitudes de los otros países que aspiraban a la sede.
Los otros aspirantes eran: ¡Alemania, Bélgica, China! Menudo reto!

II

Una distinguida representación de las fuerzas vivas de la región se armó de documentos, argumentos y maletas y viajo en el mes de agosto de 1974 a Montreal, Canadá, donde se iban a desarrollar los Campeonatos Mundiales de Ciclismo correspondientes a ese año. Representantes del Gobierno del estado, de la Asamblea Legislativa, un delegado por el Instituto Nacional de Deportes, miembros de la Asociación Tachirense de Ciclismo, así como representantes de los medios de comunicación, tomaron viaje y llegaron al hotel Mount Royal Sheraton. En ese sitio se cumplirían las reuniones de los miembros de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y los delegados de todos los países del mundo pertenecientes a ese organismo deportivo. Era el momento del "ahora, o nunca".
La campaña y conversaciones desarrolladas por los tachirenses con los jerarcas de la UCI, los miembros de la Federación Internacional de Ciclismo Aficionado (FIAC) y la rama correspondiente al ciclismo profesional (FICP), así como con los principales delegados europeos y asiáticos fue muy exitosa. El material audiovisual que mostraba a San Cristóbal como una de las ciudades más acogedoras del país y la argumentación tan entusiasta de Asnoldo Devonish (delegado del IND) y de Pedro Maximino Pérez, presidente de la ATC, fueron realmente impresionantes. Fue la puntada suprema a la "conspiración" que ya habían desarrollado, entre otros, Teodomiro Chaparro, Gonzalo Castellanos y Ernesto José Branger.
China, que aspiraba a la sede, renunció. Bélgica declinó, pero apoyó a Alemania, que tenía gran experiencia en eventos de esta naturaleza y había montado los Juegos Olímpicos recientemente.
La Asamblea General de la UCI dio, finalmente, su veredicto: la ciudad de San Cristóbal, en Venezuela, era la sede oficial de los Campeonatos Mundiales de Ciclismo de 1977. Fue la gran fiesta de los venezolanos. El salón principal del majestuoso hotel se llenó de música, comidas y bebidas criollas, y entre emocionados abrazos se consolidó el apoyo de la mayoría, incluso de los países rivales en la aspiración. Era la primera vez que América Latina y desde luego, Venezuela, tenían el privilegio de montar estos campeonatos y para colmo de la sorpresa ¡se le concedió la sede a una ciudad que aún no tenía velódromo!. Algunos de los altos jerarcas de la UCI, como su Secretario General, el suizo Michael Jeckiel, el italiano Giuliano Pacciarelli y el español Luis Puig, sonreían con satisfacción, mientras que ya aquí, en la Ciudad de la Cordialidad se echaban las campanas al vuelo por tan impactante noticia. Fue una estupenda victoria. Pero también se asumía un compromiso tan ambicioso como exigente. La acción era inmediata. Se estaba en 1974 y la cuestión quedó pautada en el cronograma de la UCI, para cumplirse del 22 de agosto al 4 de setiembre de 1.977.

III

Panamericanos de Ciclismo, prueba de fuego para afinar detalles

El ciclismo es un deporte dinámico. En él, perder tiempo es perder la competencia. Así lo asimilaron los dirigentes del momento, porque apenas obtenida la sede de los Mundiales, se nombró un Comité Organizador encabezado por el Gobernador del estado, Luis Enrique Mogollón Carrillo, quien inmediatamente designó como presidente del Comité Ejecutivo al empresario tachirense, Ernesto José Branger Moreno. Un equipo de distinguidos profesionales de la región completaron el formidable equipo de trabajo. De inmediato, comenzaron la gran cruzada en busca de la cúspide del éxito.

La primera gran conquista fue la inmediata consecución de la sede de los Panamericanos de Ciclismo. Ante la perfomance de Montreal, al presidente de la Confederación Panamericana de Ciclismo, General Marcos Arámbula Durán, no le quedó más alternativa que complacer la petición de los tachirenses. Así, del 29 de mayo al 6 de julio, se cumplió el evento. El velódromo aún no estaba concluido en su totalidad. Sin embargo, la pista de cemento con 333,33 metros de longitud estaba lista al igual que la tribuna popular. Una estructura temporal de madera, de muy limitada capacidad, hizo las veces de tribuna principal. Desde allí, el presidente Carlos André Pérez inauguró el torneo, luego que una vieja gloria del deporte, Teo Capriles, había interpretado "a capella" la canción de la patria. Una bella trigueña, toda sonrisa y simpatía, engalanaba la improvisada tribuna: Judith Castillo, Miss Venezuela 1976.

El torneo continental fue exitoso y una gran prueba para afinar detalles con miras a la cita universal de 1977. México se alzó con el triunfo, mientras Colombia le secundaba en el medallero y Venezuela se ubicó en la sexta casilla. Miguelito Mergalef, de Uruguay, se convirtió en el primer medallista de esta pista, al conquistar la prueba del Kilómetro contra el reloj. En la ruta, la especialidad más conocida entonces por los aficionados, el mexicano Rosendo Ramos fulminó a los favoritos colombianos Manrique y Donneys. Ramón Noriega, por Venezuela, alcanzó la cuarta posición en la raya de la avenida España.

Los Mundiales más concurridos de la historia

Las palomas mensajeras del Dr. Ardila Plaz revolotearon alegremente sobre el Velódromo de Pueblo Nuevo aquel jueves 24 de agosto de 1977, que esa tarde del estaba totalmente colmado con 14 mil almas en sus tribunas. El Gobernador, Mogollón Carrillo invitó al presidente Pérez a inaugurar hermoso escenario deportivo, y el primer mandatario nacional en emocionadas palabras reconoció: "Este velódromo es un homenaje a las gran afición del Táchira". Adriano Rodoni, presidente de la Unión Ciclista Internacional, declaró inaugurada oficialmente esta cita de los mejores del mundo. Santos Rafael Bermúdez y Nicolás Reidtler encendieron la llama olímpica de la competencia

Alrededor de 800 deportistas inscritos, entre profesionales, aficionados y damas, comenzaron su duro batallar por los laureles del triunfo. Disputarían 16 pruebas, incluida la prueba individual por puntos para corredores de pista. Por primera vez, en Latinoamérica, un Campeonato Mundial se disputaba en todas sus categorías y especialidades. Millón y medio de personas en 62 países, estarían al tanto del evento por las transmisiones de la agencias internacionales de noticias, enviados especiales entre los que destacaba el italiano Rino Negri y la señal a todo color de Venezolana de Televisión. La empresa Longines marcaría el tiempo oficial de las competencias. Simultáneamente, 95 guías intérpretes se esmeraban por unificar el entendimiento de todos los idiomas que tenían un código común: el lenguaje del ciclismo y la amistad de los pueblos.

Competitivamente, las expectativas fueron más que satisfechas. Cayeron algunos de los llamados "monstruos" y emergieron nuevas figuras. El francés Morelón en la pista y el belga Merckx en la ruta, ambos emblemas mundiales, fueron los más significativos en su digna abdicación. Lothar Thoms, de Alemania, se comió el reloj en el kilómetro y fue el primer medallista de la justa. Las soviéticas Galina Jsareva y Vera Kusnetzova destacaron entre las damas.

En el espectáculo de la ruta profesional, la presencia de luminarias como Merckx, Moser, Thureau, Maertens, Poulidor y Thevenet eran garantía de final de fiesta a todo trapo, al igual que la presencia de los mejores en la rama amateur, que cerraron podio con el italiano Claudio Corti, el soviético Morozov y otro italiano: Salvatore Meccalli. Reidtler llegó en el puesto 21. En la máxima categoría de los ases, Francesco Moser marcó la pauta vencedora, seguido por el germano Thureau y Franco Bitosi. El ídolo Merckx llegó de último, en una personal y anunciada decisión. Su casilla fue la 33, con 2 minutos y 33 segundos de retardo. Sin embargo, la ovación para "El Caníbal", cinco veces ganador del Tour de Francia, fue generosa como su sonrisa de despedida.

Para Venezuela, lo más meritorio en el aspecto competitivo fue su sexto lugar en los 100 kilómetros por equipos que se cumplieron en entre La Fría, Orope, Coloncito y La Fría. Adín Albarrán, Fernando Fontes, Justo Galavís y Ramón Ramírez, con la conducción de Leandro Coco, sorprendieron con la sexta casilla, detrás de la Unión Soviética, Italia, Polonia, Bélgica y Checoslovaquia. Toda una proeza aun no igualada.